A
mediados de la década de 1850, la fotografía artística se había consolidado en
los clubes y sociedades fotográficas, sobretodo entre los aficionados, que
se dedicaban a organizar múltiples actividades en torno a esta nueva actividad.
Organizaban certámenes, salones, intercambiaban fotos y financiaban publicaciones al uso como Manual
of Photographic Manipulation (William
Lake, 1958) o Pictorial Effect
in Photography (Henry Peach
Robinson, 1869).
Una de las muestras más significativas, es la obra titulada Paisaje ribereño - Francia 1858, del autor Camille Silvy y que consiste en una copia a la albúmina, a partir
de una combinación de negativos de colodión húmedo.
Se
trata de una copia combinada, en la que se emplearon negativos de nubes y
terrestres, solapándolos unos encima de otros.
Como la unión de ellos quedaba
muy visible en la copia, el autor retocó el negativo por la parte derecha,
creando una nube blanca horizontal que ocultaba la intersección. Además,
durante el proceso de copiado, quemó con luz los bordes y el pie de la copia,
reservando el centro con una máscara opaca, con el fin de centrar toda la
atención del espectador hacia el centro.
El
resultado fue una imagen tan controlada como cualquier fotografía actual
manipulada a través de Photoshop con el ordenador.
Una fotografía transformada
en una obra de ficción. Una fotografía que inició una moda que ha perdurado
hasta nuestros días, en la cuál los fotógrafos no pretenden mejorar la
naturaleza, sino demostrar que su talento trabaja tanto como la cámara.
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